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Mostrando entradas de septiembre, 2022

Casi un diario, como diría mi vecino el listillo. Lunes, 9 de mayo de 2022.

  Esta mañana he ido a mi dentista de siempre. Hace más de dos años que ha cambiado la imagen de su consulta. Antes se anunciaba al exterior solo con un discreto rótulo en la jamba derecha de la puerta de acceso al edificio. En el figuraba su nombre, precedido por el tratamiento de doctor, y seguido por las palabras, que podrían sonar como intimidatorias, «estomatólogo y endodoncista». En la línea de abajo aparecía el piso y la puerta de la consulta. Pero, como digo, desde hace algo más de dos años se anuncia con una gran placa en la que, con letras azul celeste, se lee «Clínica dental. Endodoncia. Ortodoncia. Implantes». En la segunda línea sigue apareciendo el nombre de mi dentista, y en una tercera línea, pero con letra de menor tamaño, el nombre de su hija que es quién aporta las nuevas tecnologías y será la que algún día, cada vez más cercano, borre de la placa el nombre de su padre y deje solo el suyo aunque, eso sí, a mayor tamaño de letra del que ahora tiene. Bueno, el caso es

Casi un diario, como diría mi vecino el listillo. Miércoles, 4 de mayo de 2022

  Esta mañana hemos ido al hospital, a Urgencias. Maricarmen tiene el ojo derecho muy enrojecido y el párpado edematoso. Le duele. Desde hace más de siete años ese ojo le viene dando muchos problemas. Todo a raíz de un desafortunado golpe que recibió. Quizá, en otra ocasión, cuente con detalle ese suceso. El caso es que hoy nos ha atendido una oftalmóloga muy amable y competente. Ha conseguido que nos sintiéramos seguros y confiados. Iba acompañada de un médico residente, creo que de segundo año, que ha estado muy atento a todo lo que la oftalmóloga hacía y decía. En el año mil novecientos setenta y seis, yo era ese médico residente de segundo año. Hacía tan solo unos pocos meses que a España se la llamaba Reino. Aquí, en este punto, los que ya tenéis cierta edad, haced una pausa, dejad de leer y tratad de evocar que hacíais, que pensabais, que sentíais en aquellas fechas, 1975, 1976, 1977... Tratad de recordad cómo era vuestra calle, vuestro dormitorio, la cocina sin placa de inducc

Casi un diario, como diría mi vecino el listillo. Domingo 8 de mayo de 2022.

A pesar de ser domingo, he madrugado. He salido a mi terraza a cuidar de mis plantas, de mis flores. Estallido de colores, rosas, amarillos, naranjas, rojos, púrpuras, blancos… Son mis rosales, con su aroma tímido, escondido debajo del penetrante y dulce perfume de las clavellinas, este año de un solo color. Luce el sol ya cálido a estas tempranas horas. Pero sopla un fuerte viento que estropea mis preciosas rosas. «El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va». Eso dice San Juan en su Evangelio . Este viento mío siempre azota del oeste, a veces es cierzo, otras, céfiro. ¿Serán las mías esas rosas de los vientos que ilustran tanta cartografía? ¿Qué rumbo me están indicando? Lluvia de pétalos, prematuramente desprendidos, aun sin marchitar. Pétalos que brotaron tan solo hace pocos días y hoy rotos están. Me consuelo recordando aquello que dijo Rabindranath Tagore (leerlo era obligado en mis años de Universidad): « Aunque le arranques los