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Mostrando entradas de 2015

La pelea

         Bueno, ya conocéis a Lorenzo. También sé que todos tenéis para contar alguna anécdota o sucedido, más o menos ocurrente, de él. ¡Es un hombre tan peculiar!..., aunque sólo sea por su imagen, con ese parche negro tapándole la cuenca vacía de su ojo derecho. Sin embargo, lo que hoy os voy a relatar supera a todo lo narrado hasta ahora sobre él.             Lorenzo y Marta hace unos meses, huyendo del bullicioso centro sevillano, se fueron a vivir al extrarradio. Habían llegado a la edad en la que se busca más la tranquilidad y la calma que el ajetreo y alboroto propio de los años mozos. Alquilaron un pisito en la primera planta de un edificio recién construido. Dormitorio, saloncito, cocina y un escueto cuarto de aseo. Eso sí, todas las habitaciones, salvo el cuarto de aseo, con ventanas a la calle y orientadas al noreste, que es más fresco y en Sevilla eso se agradece. Hasta pusieron un par de macetas con geranios en las ventanas. –Marta, mira que paz y sosiego

Cante

Hoy muestro una breve nota de la obra de un poeta local con especial significado para mí. Hablo de mi padre, Felipe Molina Verdejo. Fue un maestro en el arte de escribir sonetos, sin embrago lo que ahora expongo aquí es una copla, que se publicó en el numero 5 de la revista "Senda de los Huertos" (año 1987), y la traigo ante vuestros ojos por lo inusual que fue este tipo de estrofa en su obra. Espero que os guste. CANTE Nadie lo sabe, cuál fue la cuna del cante nadie lo sabe. El cante nació aquel día que un hombre quiso contarle al aire lo que sufría. Y a solas, detrás de la yunta, a solas, lloró una copla. La copla subió arrastrando por su garganta, apuñalada de ayes, negros jirones del alma. En cada nota, más que armonías para el viento, iba cayendo una gota de su corazón sediento. ¡Ay, copla de aquel primer cantaor desconocido! ¡Ay, quién pudiera tener el gozo de haberla oído!... ¿El gozo?, ¡no!, que la pena,

La risa de una niña

     Una risa auténtica solo se tiene en la infancia. Después, de adulto, las risas no son tan francas. Siempre esconden un “me río, pero…”      ¿Quién podría saber todas las palabras que hacen reír a un niño de esa manera? Sólo alguien que sea capaz de protegerlo con un abrazo. Alguien que cubra sus manos con el calor de su propia mano. Alguien que, ¿os habéis fijado?, sea capaz de ponerse a su misma altura para poder mirarlo cara a cara. Entonces el niño se reirá como sólo él sabe hacerlo. Y te mirará, pero no queriendo desprenderse de la mirada a quien se ha hecho niño como él. Te observará, casi inconscientemente, para comprobar si tú también te ríes, si tú también eres feliz como él. Y entonces te das cuenta de que sí, de que tú también eres dichoso sólo por presenciar esa alegría, ese momento de amor.  *** La foto tiene más de treinta años. Son mi padre y mi hija Patricia. Hoy, mi padre ya no está y mi hija es toda una mujer, pero yo los recuerdo aún con la m

La Greguería

Jueves 25 . A Lola se le ha metido entre ceja y ceja que este fin de semana vayamos a la playa. A mí no me apetece mucho que digamos, pero al final estoy seguro de que iremos. Llevamos cuatro meses viviendo juntos, así que todavía no me atrevo a llevarle la contraria de una manera decidida. He opuesto una leve resistencia al decirle que este fin de semana se preveía mucho tráfico, pero me ha contestado: “No importa, iremos más despacio”. La verdad es que ayer se inició el curso sobre técnica de escritura, al que un mes antes me había inscrito, y me han mandado la primera tarea que consiste en crear una historia basándome en una greguería de mi invención. Por eso me apetece quedarme este “finde” en casa pensando sobre el tema. No tengo ni zorra idea de por dónde empezar. Hace años ojeé una antología de Ramón Gómez de la Serna. Sus greguerías me parecieron ocurrentes, no todas, y me dije que eran bastante más fáciles de escribir que una novela o un artículo de prensa. Para Ram