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Mostrando entradas de 2016

Una buena historia por escribir (si me decido).

-Me pregunto que para qué escribir más novelas, más cuentos, más historias… ¡en fin!, ¿por qué seguir escribiendo? No hace falta. En las estanterías de mi casa tengo más libros sin leer que leídos, así que, ¿para qué voy a garabatear yo una cuartilla en blanco con otro nuevo relato que, de seguro, irá a parar a los muchos cerros de libros sin leer que hay por ahí dispersos por todo el mundo? Además, todo está dicho. Seguro que alguien ha escrito ya en algún otro lugar o en otro tiempo mi relato. -Llevas razón. ¡Pues no lo escribas! (Silencio) -…Ya. Pero es que mi historia es tan interesante y tan divertida. -Pues entonces, escríbela. (Silencio) -No sé, no sé… Más tarde quizá. Ahora se está tan a gusto aquí, tumbado al sol. -Sí. Igual que ayer. 

Segundo premio "Facultad de Relato" 2016. Universidad de Jaén

El relato que hoy os presento está inspirado en un poema de Antonio Machado. El que, seguramente, conocéis y lleva por título “A un olmo seco”. Por eso, os recomiendo que, si lo tenéis olvidado, lo releáis. Y con tal fin os lo he copiado más abajo. Después podéis seguir leyendo mi  ficción, de la que me siento un tanto orgulloso. Os diré por qué. El relato lo escribí hace un par de meses y lo presenté a concurso. El que convocaba la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de Jaén, en su XX edición. El resultado fue que me galardonaron con el segundo premio…  y tengo entendido que se presentaron más de dos relatos. Así que, leed el poema de A. Machado y después mi relato. Luego me comentáis mis errores. A UN OLMO SECO   Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.   ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento l

¡Estos sobrinitos!

¡Lo que hay que hacer para conseguir tener contentos a los sobrinos! Yo solo pretendía que sacaran al perro a pasear, pero ellos se negaban una y otra vez.     Les prometí llevarlos al circo para que se rieran con los payasos y entonces sentencié mi futuro inmediato. Desviaron la mirada hacia la vieja armadura del patio y dijeron: "Tito, sacaremos al perro si tú te vistes con toda esa chatarra"    Y ahí me veis. A punto de asfixiarme. Con los ojos que se me escapan de las cuencas Aun sigo sin entender como conseguí sacar la cabeza por tan estrecha embocadura. ¡Lo que de ninguna manera logré fue cubrirme con el yelmo! ¡Si que se rieron de mí los sobrinitos!

Instrucciones para abrir una puerta

Preámbulo             El hombre suele poner puertas en todos los lugares. Las pone por miedo. Las pone por vergüenza. Las pone por imitación. Las pone por doquier. Hay puertas de muy diversos materiales: de madera, de hierro, de vidrio…, de sol. Hay puertas que se abren a la derecha, otras a la izquierda; puertas que se abren hacia afuera, otras hacia adentro…, algunas se abren a la esperanza. Hay puertas siempre abiertas… para unos pocos escogidos. Otras siempre cerradas… para casi todas las personas. El hombre, qué cosa tan absurda, pone puertas incluso en su propia casa, como si quisiera limitarse el libre acceso a las habitaciones que, pese a la puerta que le impide el paso, siguen siendo suyas, le pertenecen y están a su disposición. Tal vez las cierra porque sabe que en una de ellas, allí en un rincón agazapada, le espera la muerte. Un día tendrá que abrir esa puerta y se preguntará por qué no le hizo un agujero, como gatera, siempre abierto para que la r

Éxodo

            Todos íbamos gritando, asustados, de un lado a otro, sin control, desesperados. Queríamos huir pero no sabíamos a donde. El campamento era un caos. Los niños llorando, perdidos de sus padres. Las madres como locas buscándolos. Todos recriminando a nuestro guía por habernos llevado a la muerte. Llevábamos más de seis meses huyendo sin parar de los hombres del Faraón. ¡Y ahora, estábamos irremisiblemente  atrapados entre ellos y el agua! Entre la espada y la mar. Hoy contaré la verdad. La leyenda que todo el mundo conoce exagera y desvirtúa la auténtica historia. La realidad fue muy diferente. No es cierto que nuestro éxodo lo formaran más de seiscientas mil personas. Apenas éramos mil. Llevábamos nuestras impedimentas en carros tirados por nosotros mismos. Sólo disponíamos de veintitrés camellos que cargábamos con pesados fardos que contenían nuestro bien más preciado, el agua. También los pertrechos necesarios para montar las tiendas comunales y la del consejo de an