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Mostrando entradas de agosto, 2022

Martita

  A las diez de la noche aún hacía un calor insoportable. Treinta y cuatro grados marcaba el gran panel digital de la esquina, donde se alternaban temperatura y hora del momento. Menos mal que, como contrapartida, aun había luz natural y no pasaba como en pleno invierno que, a esa hora, cuando Marta salía del trabajo en la oficina de unos grandes almacenes se encontraba con la noche ya cerrada y las farolas, siempre escasas en su opinión, solo delimitaban unos círculos débilmente iluminados y no del todo contiguos, con lo que el desasosiego y el temor a ser asaltada por algún desaprensivo eran lo único que ocupaba su pensamiento hasta llegar a la boca del Metro. En la estación de Tetuán. Por eso, esa noche en la que aun lucía el sol, Marta no se apresuraba con sus pasitos cortos y ligeros. Incluso se paró un rato en el escaparate de la tienda de modas, dónde había un maniquí blanco y estilizado, con un óvalo liso y uniforme que le hacía las veces de cabeza a la muñeca y en el que solo

Casi un diario, como diría mi vecino el listillo. Martes, 25 de abril de 2022.

Martes, 25 de abril de 2022   Hoy he decidido escribir un diario. Bueno casi un diario, porque no estoy seguro de escribir en él todos los días. Mi vida no es tan interesante ni tan aventurera como para que me sucedan hechos memorables o prodigiosos a todas horas. Tampoco es la primera vez que empiezo un diario. A ver, que levante la mano quién no haya tenido en su adolescencia un cuaderno que ocultaba en lo más recóndito de su cajón y en el que no hubiera escrito en la portada «No abrir. Diario muy personal», o cosa parecida. En mi caso, lo empecé a escribir cuando tenía catorce años, o quizá menos. El cuaderno en el que lo escribía era de tapas duras, de cartón duro quiero decir, y de color azul. Las páginas interiores estaban rayadas, para que al escribir no torciera los renglones. Porque entonces, todo el mundo escribía a mano, bueno, mi padre en su oficina también escribía a máquina (a mí me hacía mucha ilusión oír la campanita sonar cuando avisaba de que el carro había llegado al

Unas vacaciones indefinidas.

  -¿Cuándo viene mamá? -Pronto.   Miro el reloj de pared que nos regaló su hermana el día de nuestra boda. Nunca me gustó ese reloj. Es feísimo y se retrasa cinco minutos cada tres días. Tampoco me gusta su hermana. En todos estos años sólo nos hemos visto cuatro o cinco veces. Ahora anda por ahí, por el extranjero. No lo sé ni me interesa.   -¿Se quedará a cenar? -Yo he preparado cena para los tres.   A Marina la conocí en la oficina de Correos. Hace siete años yo enviaba todas las semanas un sobre por correo certificado con mi último relato. Lo enviaba a la revista El Faro inhiesto . Por aquellas fechas me los publicaban todos, pero la revista dejó de publicarse hace tres años. Dicen que su editor se veía acosado por las deudas y despareció junto con la revista. También se echó en falta a su secretaria. No digo más.   Una mañana le propuse a Marina, que ya me sonreía al verme llegar a su mostrador, comer juntos en El Tragaldabas , el chiringuito que está junto al

Efemérides. Diez de Agosto.

Hoy cumple 125 años la Aspirina. El 10 de agosto de 1897, el joven químico alemán Felix Hoffmann , sintetiza el ácido acetilsalicílico . Nace la Aspirina en la cuna de la empresa alemana Bayer. No obstante, ya en la medicina practicada en el Antiguo Egipto o en Mesopotamia eran señaladas las virtudes curativas del sauce. Es de ahí de donde viene la palabra salicílico; sauce en latín es salix  y madera en griego hyle .  Su uso ya aparece registrado en los textos hipocráticos, así como entre los indígenas americanos, y yo he leído en algún sitio (puede ser que fuera en el National Geographic) que incluso el hombre de Neandertal masticaba corteza de sauce para mitigar sus dolores. Cosas más raras se han visto en la Historia. El extracto activo de la corteza del Sauce, género descrito por Linneo, llamado salicina, fue aislado años antes, en 1828, por el farmacéutico francés H. Leroux y el químico italiano Rafael Piria. El mérito del joven químico alemán Félix Hoffmann es que fue el pri