Hoy, primero de noviembre, es el día de todos los Santos. Anoche llamaron a mi puerta varias veces. Eran grupos de niños que pedían truco o trato (una mala traducción de trick-or-treat porque en realidad lo que se pide con esa fórmula es que los dueños de la casa elijan entre recibir una broma o darles a los chavales unas golosinas. No sé por qué siempre acabamos dando golosinas o dándoles con la puerta en las narices. Nunca aceptamos una broma). Según algunos que saben de lo hablan la fiesta de Halloween es el anticipo del día de los muertos que, en nuestra tradición de toda la vida, celebramos mañana día dos de noviembre con la fiesta de los Fieles Difuntos. ¿Qué diferencia hay entre el día de los Santos y el de los Fieles Difuntos ya que, al fin y al cabo, ambos están muertos y bien muertos? Pues que el día de los Santos es el día de los muertos que ya están en presencia de Dios y en la cultura cristiana mañana, día dos, es el día de los fiambres que aún están purgando sus peca
El domingo acaba de empezar y me he levantado un poco más tarde de lo habitual. Todo el día en casa, sin colegio. Un día sin las pesadas bromas de Luisito. Mamá está en la cocina, desde aquí la oigo trajinar con sartenes y perolas. Mamá hoy no canta. Anoche la oí llorar, en su dormitorio, muy quedamente, como si estuviera ahogando el llanto en la almohada. —Esta mañana no me han querido fiar en la tienda cuando he ido a comprar aceite. Mañana volveremos a comer lentejas, las que han sobrado hoy. —No te preocupes —oí la voz de mi padre tratando de consolarla—, te han salido muy buenas. —No llevaban morcilla, eso lo dices para tranquilizarme —y me imaginé a mi padre limpiándole con los dedos las lágrimas que aún quedaban en sus mejillas—. Además, el niño ha vuelto a pedir para su cumpleaños una bicicleta. —Ya lo arreglaremos; no sé cómo, pero lo arreglaremos. A mí, anoche, también me costaba trabajo dormirme. Me tapé los oídos para no seguir escuchándolos. Sueño desde que cumplí los siet