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Una imagen vale mil palabras


Una imagen vale mil palabras, dice el dicho. Ante esta imagen a mí se me vienen mil palabras o quizá más, no sé, no las he contado. Lo que pasa es que no encuentro el hilo conductor de la historia. Por ejemplo, me fijo en el maletilla y, si ese es el hilo del que tengo que tirar, puedo ver que su intención era colarse en la ganadería y torear al morlaco que parece estar esperándolo apoyado en el balcón de su casa y diciéndose “pasa, pasa, que te vas a enterar”. El maletilla es de origen humilde, calza alpargatas, ¿no lo veis? Me recuerda a “El Cordobés” que él mismo contaba que empezó así, yendo de capeas clandestinas cuando no haciendo de raterillo por su Palma del Rio.

Pero este maletilla, el de la imagen, no está claro si lo que pretende es entrar o escabullirse del bravo que lo ha perseguido y le ha hecho arrastrarse por debajo del cercado para ponerse a salvo. Lo que no cambia es lo que el toro parece estar diciéndole: “pasa, pasa, si tienes huevos, que te vas a enterar”.

Sin embargo, si el hilo conductor empieza en el cartel que anuncia ese vino seco, de color amarillo pálido, de origen jerezano y mundialmente conocido, la pregunta que me hago es: ¿qué puñetas pinta el fino La Ina en esta historia?

Ahora que lo pienso, está claro que el cartel publicitario es la parte principal de la historia. Sí, porque ha sido ese bodeguero, el propietario de ese vino, el que ha pagado al artista que ha pergeñado la escena.

Pero entonces, ¿qué nos quiere transmitir el ilustrador?, ¿que las bodegas jerezanas son las propietarias de la finca donde se guardan los toros de lidia?, ¿que solo si bebes su vino tendrás el valor suficiente para enfrentarte al imponente cornudo? Lo que no creo que quiera decirnos el retratista es que por culpa de haberse pasado en la cantidad de “chatos” trasegados con los amiguetes, el maletilla haya tenido que salir por pies cuando comprobó que lo que venía encima a todo correr, no era un novillo sino un toro de trapío con más de seiscientos kilos de peso. No eso no es lo que quería contarnos el artista con su viñeta porque eso sería publicidad negativa; o tal vez sí, pero los directivos de las bodegas, que no estaban para perder el tiempo en elucubraciones, no supieron leer las mil palabras que la imagen les estaba contando.

En cualquier caso cuando esta tarde, revisando mi archivo de imágenes guardadas en mi ordenador me he encontrado esta que os muestro, he pensado que este tipo de publicidad, asociar alcohol con los toros de lidia ­—cosa tan normal hasta hace bien poco—, hoy no estaría permitida. Pero en el año 1945, fecha en la que se hizo el cartel, si lo estaba. Tendré que buscar un anuncio actual de “La Ina”, a ver qué historia cuentan sus publicistas ahora, ¿vosotros lo sabéis?

Por cierto, y ya a modo de posdata, un amigo mío aficionado a las corridas de toros, me contó hace unos días que el toro de mayor peso que ha salido a un ruedo para acabar estoqueado pesaba 950 kilos y era de la ganadería de Arranz . El valiente que se enfrentó a él fue el diestro mexicano David Liceaga, y el espectáculo se dio en la Monumental de Barcelona en el año 1932.

Y ahora voy a tomarme un finito con unas peladillas, que me lo he ganado. ¿Queréis acompañarme?

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