Ir al contenido principal

No hay evolución después del Australopithecus

 Hoy estoy muy cabreado, así que mejor no me habléis. Estoy tan cabreado como decepcionado. Sí, decepcionado de mi Especie, la que se supone que es la única en la Tierra a la que se le puede llamar “inteligente”. Algunos dicen que incluso estamos dotados de alma porque estamos hechos a imagen y semejanza del Dios que nos creó. Pero, ahora que lo pienso, dioses hay muchos; los hay sabios, justos y amorosos y los hay violentos, envidiosos y lúbricos.

Y ahora os explico, si queréis, por qué estoy tan conmocionado. Por la noticia que viene hoy, domingo 31 de julio de 2022 en el periódico. Aquí os pongo la foto con el titular.

 ¿Es o no es para preguntarse qué clase de animales somos? Resulta que el pobre Alika era de Nigeria, ese país que solo lleva poco más de sesenta años de independencia (de los buenos británicos) y que hoy es el más poblado de toda África con, asombraros, más de doscientos millones de habitantes, lo que hace que su densidad de población sea de 220 habitantes por Km2 (en España, para haceros una idea, la densidad es de 95 habitantes por Km2). Pues, por la razón que sea Alika, como tantos otros, decidió emigrar en busca de mejores oportunidades para su mujer y su hijo que, desde hoy, con ocho años nada más de edad, se ha quedado sin padre. ¿Y cómo se gana, se ganaba, la vida Alika? Pues como vendedor ambulante y mendigando. Mitad de lo uno, mitad de lo otro. Lo hacía en Civitanova Marche, que es una ciudad de Italia en la que si miras al Este puedes ver las costas de Croacia. Alika tenía 39 años y, al parecer, sufría algún defecto físico que le obligaba a usar muleta. Precisamente esa fue el arma con que su agresor le golpeó en un primer momento. El agresor se llama Filippo, y por culpa suya desde hoy considero que mi nombre ha quedado manchado. Perdóname Alika por llevar el mismo nombre que tu despiadado asesino.

¿Y qué fue lo que despertó la violencia del monstruo  de Civitanova? Pues hay dos versiones. Una: que piropeo a la pareja de Filippo. Dos (la más verosímil): que pedía limosna insistentemente (según dice la abogada del asesino). Pero, ¿qué más da? Sea por un motivo o por otro, violencia tan inusitada no tiene justificación.

Sin embargo, mi decepción no viene solo por el hecho del brutal asesinato, sino por la total indiferencia del público circundante. Según dice la noticia, el ataque a Alika duró más de tres minutos hasta su muerte y la gente de alrededor ¡no hizo nada por evitarla! Algunos incluso hicieron vídeos de su muerte con los móviles, ¡como coño se iban a perder el espectáculo y poder enseñarlo luego a sus amigos! Dicen, que a lo más que alguien llegó a hacer fue gritarle a Filippo, como si quisiera advertirle de algo de lo que no se estaba percatando: “¡Que lo vas a matar”. Y así fue. Ah, y por si fuera poco, Filippo le robó el móvil al pobre de Alika después de dejarlo tirado en el suelo ¡Para que luego se diga que la realidad no supera a la ficción!

La indiferencia de esa gente (también la agresión en sí misma, por supuesto) es la que me hace pensar que no tenemos nada de humanos. ¿Dormirán tranquilos esta noche aquellos que se quedaron de brazos cruzados mientras Alika agonizaba entre las manos del monstruo de Filippo? Supongo que sí, que no pasaran mala noche. Lo mismo que hago yo noche tras noche. Lo mismo que vosotros hacéis también: dormir a pierna suelta hasta bien entrada la mañana.

Dormimos sin sensación de pena, sin sentir que hemos perdido a un hermano, cada vez que leemos en la prensa o vemos en la televisión que alguien muere intentando saltar una valla o cruzando en una frágil patera el mar nuestro, el mar que está en medio de dos tierras. Y, es que tengo que reconocerlo, la noticia de esas últimas treinta o más muertes que, el pasado 24 de junio, se produjeron en Melilla y cuya responsabilidad anda como si fuera la pelota en un partido de tenis (la culpa para ti, no para ti, no que es tuya, no tuya), pues no impidió que esa noche durmiera tan tranquilo. ¿Vosotros dormisteis bien esa noche?

Me da miedo pensar que me estoy convirtiendo en un indiferente más. Por si acaso, a partir de hoy saldré a la calle sin mi móvil y así evito la tentación de ir grabando vídeos a troche y moche.

Como digo al principio, si estamos creados a imagen y semejanza de Dios, ¿por qué nos comportamos así? Conclusión: esa idea es pura entelequia. Nuestra animalidad no es menos evidente que la de una hiena o un escorpión de cola gorda.

Comentarios

  1. Comparto tu indignación y me asusta la indiferencia ante el sufrimiento.Cada dia vemos muestras del comportamiento brutal e irracional y no pasa nada.Tu relato me ha recordado a John Donne y a Bertold Brech

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me enorgullece haberte recordado (muy de lejos, claro)a uno de mis ídolos de quién no soy digno de desatarse las sandalias: Bertolt Brecht

      Eliminar
  2. Justo ayer terminé de leer "Medio sol amarillo", de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, es una novela que se desarrolla entre el 1967 y 1970, época de creación y desaparición de Biafra, de la que yo salvo las imágenes de los niños con kwashiorkor, sabía más bien poco. Murieron más de dos millones de nigerianos, como este pobre Alika. Si no nos conmovió aquello, ¿cómo vamos a sufrir por la muerte de solo "un negro más"?

    ResponderEliminar
  3. Desolador. La insolidaridad en todos los ámbitos es desgarradora. Preferiremos (para poder conciliar el sueño) discutir si corbata sí o no, o si 27° es mucho en verano y 19° en invierno, poco. Y a los de las pateras... que les vayan dando... Deberíamos utilizar el término "fariseo" que a muchos abanderados les viene al -engominado- pelo.

    ResponderEliminar
  4. Comparto tu indignación y me entristece el comportamiento de muchos de los llamados seres humanos.

    ResponderEliminar
  5. Comparto tu indignación y la hipocresía de nuestra raza, la insolidaridad, lo que no afecta a uno personalmente, no me importa y creo que hay algo peor, nos hemos acostumbrado a este tipo de noticias que ya no nos llama la atención, gracias Felipevpor remover conciencias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Algunas conciencias, como la tuya, no hace falta removerlas. Siempre despiertas.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Un café bien amargo

  Cualquier persona con dos dedos de frente entendería los motivos que me llevaron a hacer lo que hice. Es más, con mucha probabilidad lo aplaudiría. Por eso no comprendo al comisario que se empeña en llamarme psicópata descerebrado. Sigue opinando que oculto el verdadero motivo y hoy, por enésima vez, me ha vuelto a pedir que le contara lo sucedido. Y, ya puestos, ahora te lo voy a contar a ti. Porque de algo habrá que hablar, digo yo, mientras estamos aquí los dos encerrados, mano sobre mano y sin nada que hacer. A ver si así te cambia la cara, que no has abierto el pico en las veinticuatro horas que llevamos juntos, que pareces la momia de Tutankamón, hombre. Para que te enteres, ayer le conté al comisario toda la historia. Antes me habían interrogado varios de sus colegas. Después él mismo. Tres horas sin parar. Bueno, pues hoy va y me vuelve a llevar a su despacho y me pide que se lo cuente todo otra vez. Me quita la esposas y me ofrece un cigarrillo. “Toma Martínez, a ver si esta

UN DÍA EN EL COLE

Sor Aurelia era mofletuda y rechoncha. Recuerdo que yo me decía al mirarla desde mi pupitre que las alas de su toca, por muy grandes que fueran y por muy fuerte que las batiera, no podrían levantarla ni un palmo del suelo. A primera hora de la mañana nos hacía rezar un padre nuestro o un ave maría, ya no me acuerdo, pero rezar sí que rezábamos algo, de eso sí que me acuerdo. Después, unos días repasábamos la tabla de multiplicar y otros días sacábamos los cuadernos Rubio de caligrafía y nos decía: Hoy toca practicar la letra bonita, que vaya mamarrachos de letras me hacéis. Yo iba por el número dos, el que tenía en la portada un soldado romano montado en su cuadriga, que más tarde supe que no era cuadriga sino biga. Pero entonces todos nosotros la llamábamos cuadriga. A mí me gustaba mucho esa ilustración de la portada y me imaginaba que era yo el intrépido y valiente soldado que fustigaba a esos vigorosos caballos y que sentía como mi capa roja, todas las capas de los romanos eran roj

Un dios descontento.

Hay dioses para todos los gustos. Por ejemplo, los antiguos dioses griegos y sus secuelas romanas como los libidinosos Zeus-Júpiter que no paraban mientes en distinguir entre diosas o simples mujeres mortales a la hora de beneficiárselas. Todas caían. Hay dioses feos y lisiados como Hefesto, tanto que su propia madre Hera lo tiró al mar nada más nacer. Hay diosas apropiadas para los ecologistas como la nórdica Jord, que cuando no andaba cuidando de la Naturaleza, se metía en la cama de Odín y, claro, acabó pariendo a Thor que cuando se enfadaba su voz era un trueno. Hay dioses como Ganesha que, aunque al principio te eche para atrás ver que tiene cabeza de elefante y cuatro brazos, si le rezas con devoción y fe te propicia buena fortuna y te va eliminando obstáculos en los comienzo de tu negocio. Hay también numerosos dioses médicos, como Ixtlilton a quién los aztecas acudían y bebían de su agua tlílatl (lo que quiere decir agua negra) cuando pillaban un resfriado o una cagalera o les